Nuestro ADN

Nuestro
ADN

En Conbiba abrazamos la oración como un estilo de vida tenemos en alta estima al corazón que sirve con sencillez enseñamos el evangelismo como un estilo de vida estamos dispuestos a aprender y ser moldeados

ADN Conbiba

Juan 13:14-15

La Verdad

Sostenemos que la verdad es la base del ADN de CONBIBA. Nos esmeramos por comunicarla con fidelidad, precisión y relevancia para que las personas la atesoren. Creemos que la verdad, más que un concepto, es parte de la misma naturaleza de Dios, es revelada en Las Escrituras y encarnada en Jesucristo; como seguidores de Él debemos andar en la verdad.

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Ser Enseñable

En CONBIBA creemos que para ser usados por Dios debemos ser humildes y estar dispuestos a aprender y ser moldeados, como barro en las manos del Alfarero. Sabemos que Dios esconde su verdad de las personas orgullosas, y la revela a las personas de corazón humilde.

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Ser Transparente

En CONBIBA creemos que es de gran valor que cada individuo viva su vida siendo transparente con Dios y con los demás. El temor, el orgullo, la presión social, y el descaro son enemigos de la transparencia, y obstáculos para experimentar la verdadera intimidad con Dios y con los demás. Nuestra transparencia guiará a muchos pecadores al camino del Señor.

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El Servicio

En CONBIBA creemos que el siervo vale oro, porque ha seguido el ejemplo del Señor Jesús, quien lavó los pies de otros. El servicio proviene de un corazón adorador que ha encontrado su mayor deleite en bendecir a los demás.

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Sencillez de Corazón

En CONBIBA tenemos en alta estima al corazón que sirve con sencillez, que vela por los intereses de los demás y les considera como superiores a sí mismo. El egoísmo, la vanidad, las envidias y las rivalidades son lo opuesto a la sencillez, y destruyen la unidad de la iglesia, causando que el nombre de Dios sea blasfemado.

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La Adoración

En CONBIBA damos gran valor a que cada miembro tenga la adoración como un estilo de vida. Cada acto de obediencia, cada acto de gentileza, cada expresión de agradecimiento, cada alabanza a Dios y cada oración genuina es adoración. La adoración no se limita a un culto dominical, la adoración es una forma de vivir.

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El Evangelismo

En CONBIBA enseñamos el evangelismo como un estilo de vida. Compartir las buenas noticias del perdón de Dios no es meramente una actividad, es una forma de vivir en la que en todo contexto se refleja y se predica al Señor y Salvador.

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Iglesia de Oración

En CONBIBA creemos que es de gran valor que cada miembro abrace la oración como un estilo de vida. Enseñamos que para orar de acuerdo con el propósito de Dios debemos tener un corazón conforme al suyo; y oramos sabiendo que él escucha y responde la oración de su pueblo.

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Un Lugar Seguro

CONBIBA debe ser un lugar seguro física, espiritual, y emocionalmente. Debe ser un hogar en el que las personas pueden bajar la guardia y tener así alimentación espiritual y comunión con Dios y con otros.

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Nuestra Historia

Mateo 28:19-20

Conbiba es una iglesia cristiana bautista ubicada en Bogotá. Fue fundada en 1985 por el pastor José Lingo. Desde entonces, la iglesia ha crecido y se ha expandido, convirtiéndose en una congregación activa y comprometida con el propósito de compartir el mensaje del evangelio.

Nace el pastor y misionero José Lingo
1973
Durante 12 años plantaron, lideraron y apoyaron varias congregaciones en Bogotá
1985
Buscando estar en una zona más central y accesible la sede fue trasladada a Fontibón
1985 - 2020
El pastor Néstor Coy sirve como pastor principal de la congregación
1948
Llega junto con su esposa Fran Lingo a Colombia a servir al Señor
1973 - 1985
Plantaron, en el barrio La Castellana, la congregación que hoy en día es Conbiba
2010
El pastor José discipuló y capacitó a muchos líderes, entre ellos al pastor Néstor Coy
2020 - Actualidad

Declaración de Fe

Romanos 10:17

¿En qué cree Conbiba?

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). Creemos que las Sagradas Escrituras fueron inspiradas por Dios y son el producto de hombres controlados por el Espíritu Santo. Por lo tanto, son enteramente sin error en su forma original. Creemos que las Sagradas Escrituras son la suprema y completa revelación para el hombre y que son su única regla de fe y práctica, por la cual la conducta, los credos y las opiniones humanas serán juzgadas (1 Pedro 1:11-12; 2 Pedro 1:19-21; Mateo 15:3-6; Hechos 17:10-12; Colosenses 2:8).

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:1, 14). Creemos que el Señor Jesucristo fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María de una manera sobrenatural; que es el verdadero Dios manifiesto en la carne, a quien fueron entregadas todas las cosas del Padre; que él vivió una vida absolutamente santa y sin pecado, y que en su muerte hizo completa y vicaria propiciación por los pecados de todos los hombres, no muriendo como mártir, sino como substituto voluntario del pecador. El resucitó de entre los muertos al tercer día y ascendió corporalmente al cielo donde se encuentra intercediendo como único mediador entre Dios y el hombre. Volverá otra vez a este mundo para establecer su reino y para sentarse sobre el trono de David. Su venida será personal, inminente y premilenial (Gálatas 4:4; Mateo 1:18; Isaías 7:14; Juan 1:14; 3:35; 8:42; Hebreos 4:15; 2 Corintios 5:20-21; 1 Corintios 15:4; Hebreos 1:11; 1 Tesalonicenses 4:17; 1 Corintios 15:51-53; Juan 5:22; Apocalipsis 19:11-16; 20:4).

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). Creemos que la Vírgen María fue la madre de Jesucristo, que concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Por declaración bíblica, creemos que es bienaventurada entre todas las mujeres. Creemos que aceptó la voluntad de Dios como nadie. Por lo tanto creemos que es digna de nuestro reconocimiento, respeto y emulación; pero la veneración, la adoración y los ruegos son sola y únicamente para el trino Dios. Nuestro único y suficiente mediador ante Dios Padre es su Hijo Jesucristo (Mateo 1:23; Lucas 1:35; 28, 38; 46-55; Hebreos 12:24; 9:15).

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Creemos que la salvación de los hombres es únicamente por la gracia de Dios, mediante la obra de su Hijo Jesucristo; por lo tanto, es aparte de nuestras obras y solamente bajo las condiciones de arrepentimiento, de reconocimiento y aceptación del Señor Jesucristo y su obra redentora (Romanos 3:21-28). Creemos que la salvación es nacer de nuevo, siendo regenerados y recibiendo una naturaleza nueva por el poder del Espíritu Santo, lo cual será evidenciado por el fruto y por el cambio de vida, como consecuencia de Cristo en nuestra vidas. Creemos que esta salvación es instantánea, y en ella se nos declara justos, y todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros, son perdonados; es, por lo tanto, una salvación eternamente segura (Juan 3:1-8; 5:24; 6:47).

Creemos que Satanás una vez fue santo y tuvo honores especiales, pero por su orgullo y deseo de ser igual a Dios, cayó llevando una multitud de ángeles con él. Creemos que él es ahora el principe y tiene la potestad de toda maldad en este mundo: es el enemigo de Dios, el tentador y acusador de todos los creyentes. El es el autor de toda religión falsa, el poder principal de apostasía y señor del Anticristo; está designado a la derrota por Cristo y a un castigo de tormento eterno en el lago de fuego que está preparado para él y sus ángeles (Ezequiel 28:14; Isaías 14:12-17; 2 Corintios 4:4; Efesios 6:11-12; 1 Timoteo 4:1-3; Judas 6; Mateo 25:41).

Creemos que la Cena del Señor es la conmemoración simbólica (no transubstanciación) del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo hasta que él venga nuevamente. El pan es la representación del cuerpo quebrantado de Cristo, y el vino (jugo de la vid), es la representación de la sangre derramada de nuestro Señor. La frecuencia de dicha conmemoración queda a criterio de cada pastor, consciente del hecho de que cada ocasión sea precedida de confesión a Dios para ser limpiados de toda maldad y así ser aptos para ella (Lucas 22:14-20; 1 Corintios 11:24-26; Hechos 20:7; 1 Corintios 11:27-30; 1 Juan 1:9; 2:1-2).

Creemos que hay un solo Dios, solamente uno, viviente y verdadero, infinito e inteligente Espíritu, el Creador y gobernador supremo del cielo y de la tierra; inexpresable, glorioso en santidad, digno de todo honor, confianza y amor. En la divinidad hay tres personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, iguales en perfección; ejecutando oficios diferentes, pero armoniosos en la gran obra de la redención (Deuteronomio 6:4; Isaías 45:5; Romanos 1:7; Hebreos 1:8; Hechos 5:3-4).

Creemos que el Espíritu Santo es una persona divina, poseedora de todos los atributos de personalidad y deidad. Es igual con el Padre y con el Hijo, es de la misma naturaleza. En su relación con el mundo incrédulo convence de pecado, justicia y juicio. En su obra con los creyentes, los sella, hace de ellos morada, les enseña los caminos de justicia y los llena (Hechos 5:3-4; 10:38; Mateo 28:19; Juan 4:24; 16:8-11; Efesios 1:13-14; 1 Corintios 3:16; 6:19; Juan 16:12-15; Romanos 8:14; Efesios 5:18; Hechos 2:4; 4:31). PARÁGRAFO: Aclaramos que por principios doctrinales y bíblicos creemos que los dones del Espíritu Santo mencionados en 1 Corintios 13, (profecías, lenguas y ciencia), cesaron (1 Corintios 13:8). También creemos que las “señales de apóstol” tan comunes en la iglesia primitiva (2 Corintios 12:12), tuvieron su fin al finalizar la era apostólica y al haberse completado el canon de las Escrituras (1 Corintios 13:9-12). Por lo tanto, las lenguas, sanidades, prodigios y/o liberaciones no serán practicadas entre nosotros.

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Creemos que el hombre (Adán) fue creado en estado de inocencia, mas por su transgresión voluntaria cayó de tal estado. En consecuencia, entró el pecado a toda la humanidad, y así también la muerte como condenación a todos los hombres, pues todos somos pecadores; no hay justo, ni aun uno (Génesis 1:27; 2:15-17: 3:6; Romanos 5:12; 3:10, 23; 6:23).

“En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él” (Efesios 3:12). Creemos que todos los creyentes, los nacidos de nuevo espiritualmente por su fe personal en Cristo como Salvador, son sacerdotes. Tienen acceso inmediato, ilimitado y eterno a Dios en su trono por la sangre de Cristo, y no necesitan a otro ser vivo o muerto como intermediario (1 Pedro 2:5-9; Apocalipsis 1:6; 5:10; Efesios 2:18; 1 Timoteo 2:5).

Creemos que el bautismo bíblico no da la salvación, sino que es una demostración consciente del creyente, en figura solemne y hermosa, de su fe personal en el crucificado y resucitado Salvador, con sus efectos de muerte al pecado y resurrección a una nueva vida. Creemos que el bautismo es un mandato bíblico, que es necesario cumplir para poder gozar de todos los privilegios de la congregación. Creemos que el bautismo bíblico personal y consciente es por inmersión del creyente en agua (Mateo 3:16; Juan 3:23; Hechos 2:41-47; Hechos 8:36-37; Romanos 6:4; 6; 2 Corintios 5:17).

Creemos que cada iglesia es una asamblea o congregación de creyentes bautizados, unidos por un pacto de fe y comunión en el evangelio de Cristo, observando ellos las ordenanzas de Cristo, gobernados por sus leyes, ejerciendo los dones, derechos y privilegios otorgados a ellos por la Palabra de Dios. Creemos que cada iglesia tiene soberanía absoluta puesto que es libre de jerarquías de individuos y organizaciones; aunque creemos que es bíblico tener cooperación con otras iglesias de las mismas creencias y prácticas para la expansión del evangelio y la defensa de la fe. Creemos que la iglesia local tiene la palabra final en todo asunto de membresía, constitución, disciplina, restauración, benevolencia y en su medida y método de operación (Hechos 2:41-42; 15:10, 28; Efesios 4:15). Creemos que la iglesia local es responsable bíblicamente por el discipulado, enseñanza e instrucción de sus propios miembros, la disciplina y restauración de los mismos, y por el manejo de las finanzas (1 Corintios 5:1-5; Gálatas 6:1; 1 Corintios 16:1-2; Efesios 4:11-12). Creemos entonces, que cada iglesia está compuesta por creyentes de la misma localidad, los cuales, habiendo seguido a Cristo en obediencia en las aguas del bautismo bíblico (inmersión), escogen organizarse y congregarse para el conocimiento de Dios y su Palabra, para adorar a Dios, para relacionarse con él, para orar, para recibir y entregar instrucción bíblica, para observar las ordenanzas, para compartir las buenas nuevas (el evangelio) de Cristo por medio del mensaje hablado, escrito y vivido, y para apoyarse los unos a los otros (Hechos 1:12-14; 12:5; 14:21; 1 Timoteo 4:13; 2 Pedro 1:3-8; Hechos 5:42; 16:5). PARÁGRAFO: por nuestro convencimiento absoluto de estas verdades bíblicas y por la exhortación bíblica de “contender ardientemente por la fe” (Judas 3), creemos que es imposible que seamos ecuménicos o interdenominacionales; porque cada verdad bíblica es para nosotros preciosa y no estamos dispuestos a sacrificar ninguna de ellas.

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